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Las Posibilidades de Cooperación entre la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y La Alianza de Energía y Clima de las Américas (AECA) para Garantizar la Seguridad Energética y Enfrentar el Cambio Climático

Publicado en la Revista Derecho Comercial y de las Obligaciones, 2014-Tomo B, Año 47, Ps. 553-572

Por Thomas A. O'Keefe

I. INTRODUCCIÓN

Reunidos en Cuzco en diciembre de 2004, los presidentes suramericanos lanzaron la Comunidad de Naciones Suramericanas que en 2008 se transformó en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).[1] Los doce países que son socios de UNASUR incluyen: (1) Argentina; (2) Bolivia; (3) Brasil; (4) Chile; (5) Colombia; (6) Ecuador; (7) Guyana; (8) Paraguay; (9) Perú; (10) Surinam; (11) Uruguay; y, (12) Venezuela. UNASUR pretende integrar todo el continente suramericano políticamente, socialmente, culturalmente, económicamente, y en forma financiera y en cuanto a su infraestructura física. El hecho de que UNASUR incluye a dos Estados socios de la Comunidad y Mercado Común del Caribe o CARICOM (i.e., Guyana y Surinam) ofrece la posibilidad de aumentar la cooperación entre Suramérica y los países angloparlantes en el Caribe en cuanto a temas que son de interés común.

El autor intelectual de UNASUR es Brasil, que abogó para la creación de una área de libre comercio de Suramérica en los años 90 como una etapa previa a la creación de la Área de Libre Comercio de las Américas o ALCA.[2] Durante los años 90, el ALCA formaba el núcleo de la política norteamericana para todo el hemisferio occidental.[3] En 2000, el entonces presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso fue anfitrión de una reunión celebrada en Brasilia con la presencia de todos los presidentes suramericanos y que dio paso al lanzamiento de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Suramericana o IIRSA. Bajo el paraguas IIRSA, hubo una gran cantidad de proyectos que tenían como su fin la expansión y modernización de la infraestructura física de América del Sur, particularmente en cuanto a los sectores de energía, transporte, y telecomunicaciones, y que se esperaba tener listos dentro de un periodo de diez años.[4] Hoy en día IIRSA está incorporado dentro de la agenda de UNASUR gracias a la creación en 2009 del Consejo de Infraestructura Suramericana y Planeamiento (COSIPLAN) que tiene al antiguo Comité Ejecutivo de IIRSA como su órgano de asesoramiento técnico.

Uno los sectores donde UNASUR ha jugado un papel protagónico es en el tema de la seguridad energética, incluyendo la necesidad de aumentar el uso de recursos de energía renovable o alternativa, además de incentivar la eficiencia energética y la conservación de los recursos energéticos. Incluso, antes del lanzamiento formal de UNASUR en 2008, ya se había celebrado una Cumbre Suramericana de Energía en Venezuela en 2007, que contó con la presencia de todos los presidentes suramericanos y resultó en el establecimiento de un Consejo Suramericano de Energía.[5] Dicho consejo está integrado por los Ministros de Energía de los 12 países socios de la UNASUR y, hasta la fecha, ha formulado principios para una estrategia energética suramericana, un Plan de Acción sobre Integración Energética Regional, y también a formulado los parámetros generales para la negociación de un Tratado Suramericano sobre la Integración Energética.

La idea para una Alianza de Energía y Clima de las Américas fue propuesto por el entonces Senador Barack Hussein Obama de Illinois en mayo de 2008, durante su único discurso durante su campaña presidencial, en donde ofreció su visión para una política exterior hacia América Latina y el Caribe. Aunque dicho discurso en la ciudad de Miami enfocó en las relaciones bilaterales entre Cuba y los EE.UU., Obama propuso establecer una Alianza de Energía y Clima para las Américas en caso que ganará los comicios presidenciales. En particular, Obama señaló que la Alianza permitiría a las industrias norteamericanas que emiten gases de efecto invernadero compensar una parte de sus emisiones con inversiones en proyectos energéticos menos contaminantes en América Latina y el Caribe. Si lograba llegar a la Casa Blanca, Obama también se comprometió en aumentar las investigaciones para el desarrollo de nuevas tecnologías para que el uso del carbón sea menos contaminante, además de proveer fondos para el desarrollo de nuevos tipos de biocombustibles que no compitan con la alimentación humana. Finalmente, Obama prometió promover el amplio uso de la energía eólica, solar y nuclear en todo el hemisferio occidental.

Durante la Quinta Cumbre de las Américas, que se celebró en Trinidad en abril de 2009, la delegación estadounidense propuso establecer una Alianza de Energía y Clima de las Américas o AECA. Un comunicado de prensa emitido por la Casa Blanca el 19 de abril de 2009 indicó que “el presidente Obama invitó a los países de la región a participar en una Alianza de Energía y Clima de las Américas; un marco voluntario y flexible para promover la seguridad energética y combatir al cambio climático. Se anima a los países en sugerir ideas tangibles para la cooperación en cuanto a la eficiencia energética, la energía renovable, el desarrollo de tecnologías para hacer el uso de los hidrocarburos menos contaminantes, y la infraestructura para el sector de energía.”[6] Reconociendo que UNASUR es un proyecto mucho más amplio y ambicioso que la AECA, que sólo se limita a los temas energéticos y de cambio climático, este artículo propone examinar si las metas de UNASUR en cuanto al sector de energía y el cambio climático son compatibles con las de la AECA y si, en caso de que existe una coincidencia de metas, esto logrará en facilitar una mayor cooperación entra las dos iniciativas para así garantizar la seguridad energética y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en forma notable en el hemisferio occidental.

II. EL HEMISFERIO OCCIDENTAL COMO UN PODER ENERGÉTICO GLOBAL Y UN SUMIDERO
NATURAL PARA CAPTURAR LAS EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO

El hemisferio occidental goza de abundantes y diversas fuentes de energía. Aproximadamente una tercera parte de las reservas probadas de petróleo a nivel global se encuentran en el hemisferio occidental.[7] Latinoamérica en sí es responsable por un 12.5 por ciento de toda la producción mundial de petróleo, aunque consuma menos de lo que produce.[8] En la actualidad, Latinoamérica y el Caribe juntos utilizan solamente una cuarta parte de todos sus recursos energéticos.[9] Se espera que en los EE.UU. una amplia explotación de gas natural y petróleo que proviene de rocas de esquisto o shale contribuirá no solamente a que el país se puede autoabastecerse en hidrocarburos, sino que también podrá exportar gas natural licuado o GNL a otras naciones. Grandes formaciones de esquisto---y se supone de gas natural que ahora es posible acceder con más facilidad gracias a las nuevas técnicas de fracturación hidráulica o hydrofracking desarrolladas en estos últimos años---se encuentran en la República Argentina, Brasil, Canadá y México.

El descubrimiento dentro de los límites territoriales brasileños de un yacimiento denominado el pre-sal, que se encuentran en aguas muy profundas del Atlántico, y por debajo de una capa de sal de dos kilómetros de espesor, ofrece la posibilidad de que Brasil se convierte en uno de los más importantes exportadores de petróleo en el mundo. Desde 2006, Brasil ya es autosuficiente en cuanto a sus necesidades de petróleo. Por otra parte, entre los ocho mayores consumidores de energía a nivel global, Brasil es el que goza de la matriz energética más limpia, en vista que el 80 por ciento de su electricidad proviene de recursos hídricos y casi la mitad de todo su consumo energético proviene de recursos renovables.[10]

Si la amplitud de recursos energéticos fuera poco, América del Sur contiene más de un cuarto de todas las reservas de agua potable en el mundo, algo que permite a los países del continente aumentar lo que ya es un uso significante de energía hídrica, aunque esto podría verse perjudicado por la desaparición de los glaciares andinos como consecuencia del cambio climático.

Por supuesto, no todo el hemisferio occidental goza de la misma abundancia y diversidad de recursos energéticos (como también existen fuertes divergencias en cuanto al acceso a agua). Por ejemplo, con la excepción de Trinidad y Tobago, la mayoría de los países caribeños requieren importar todo su petróleo para generar electricidad y mantener su parque transportista. Una situación semejante existe en Centroamérica. Chile, Paraguay, y Uruguay son importadores de petróleo en un continente que es un exportador neto de dicho recurso. A pesar de esto, todos los países americanos, sin excepción, tienen la posibilidad de aumentar su uso de energía renovable, sea en forma solar, eólica, geotermal, y/o utilizando las corrientes generadas por las mareas marítimas.[11] Integrando todos los mercados de energía en el hemisferio occidental por una interconexión de la infraestructura física, ofrece la posibilidad de aprovechar el uso de una gama de recursos energéticos cuando sean requeridos. Además, un mayor uso de los recursos energéticos renovables contribuiría a una importante reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque el gas natural, que viene del esquisto, por cierto no es una fuente de energía renovable, su mayor uso, gracias a las grandes reservas que se encuentran en muchos países americanos, podría jugar un papel importante como una fuente de energía de transición hacia un futuro de mayor uso de fuentes de energía no-convencionales para generar la electricidad.[12] A pesar de ser un combustible fósil, el gas natural emite casi la mitad del dióxido de carbono que emite el carbón y solo un 70 por ciento de lo que emite el petróleo, mientras que las emisiones de monóxido de carbono que provienen del gas natural son la quinta parte de las emisiones que provienen del carbón y las emisiones de dióxido de azufre y partículas son casi nulas.[13]

Además de estar dotado con una abundancia de diferentes fuentes de recursos energéticos, el hemisferio occidental también abarca extensos bosques tropicales que sirven como un sumidero natural para capturar al dióxido de carbono, un importante gas de efecto invernadero. Por ejemplo, se estima que los bosques de la selva amazónica guardan veinte veces más carbono que el total que se emite cada año a nivel mundial.[14] Al mismo tiempo, el hemisferio occidental incluye algunos de los países que más emiten gases de efecto invernadero en el mundo, como es el caso de los EE.UU. Aunque los EE.UU. cedieron su posición de ser el mayor emisor a nivel global a China hace solo unos pocos años, aún figura en el segundo lugar. Se espera que las emisiones de Canadá, que actualmente representan un 10 por ciento de las emisiones totales de los EE.UU., podrían aumentarse considerablemente con el desarrollo de sus reservas de petróleo no convencional de bitumen, que se encuentran principalmente en la provincia de Alberta. México es otro importante contribuyente en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero en el hemisferio occidental como resultado de una política de subsidios que incentiva artificialmente el sobreuso del petróleo para generar electricidad.

El hecho de que el hemisferio occidental aglomere entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero en el mundo, y al mismo tiempo goza de una abundancia de fuentes de energía renovable y extensos bosques para absorber el carbono en la atmósfera, significa que el hemisferio se encuentra en una situación idónea para implementar la propuesta hecha por el entonces Senador Barack Obama en 2008. Bajo esa propuesta, se permitiría a las industrias norteamericanas que emiten gases de efecto invernadero compensar una parte de dichas emisiones con inversiones en proyectos energéticos menos contaminantes en América Latina y el Caribe. Este concepto se base en un sistema de límite y compraventa de permisos negociables de emisiones (que en inglés se conoce como cap and trade), en donde el Estado impone un límite a la cantidad de gases de efecto invernadero que una industria o una generadora energética puede emitir. Una empresa que sobrepasa ese límite, se encuentra con la obligación de buscar otra empresa que puede venderle un permiso que no le fue necesario utilizar. Con el tiempo, los permisos otorgados a las empresas contaminantes suben en valor con la reducción del límite de las emisiones permitidas y/o la cantidad de permisos en circulación, generando así un incentivo de mercado para reducir las emisiones e invertir en nuevas tecnologías de energía limpia. En el caso de la propuesta de Obama de 2008, se permitiría a las empresas norteamericanas invertir en proyectos en Latinoamérica y el Caribe para así reducir las emisiones de gases de efecto invernadero locales y de esa manera poder obtener permisos de emisión en los EE.UU.

La incorporación del programa de las Naciones Unidas para Reducir Emisiones de la Deforestación y la Degradación de los Bosques o REDD, como otra manera de obtener un permiso de emisión de gases de efecto invernadero, ofrece otro importante mecanismo para apoyar un sistema hemisférico de límite y compraventa de permisos negociables de emisión a nivel hemisférico. REDD representa un esfuerzo para establecer un valor económico en cuanto a las reservas de carbono que se encuentran almacenadas en forma natural dentro de los árboles de los bosques, ofreciendo así incentivos financieros a los países en vías de desarrollo para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero que provienen de la destrucción de los bosques. Dichos países reciben una contribución para proteger a sus bosques que proviene de un gobierno o una empresa del mundo desarrollado que busca un crédito para compensar a sus emisiones en su país de origen. Al concepto original de REDD se ha adherido la idea de que la conservación, el manejo sostenible de los bosques y el aumento de las reservas de carbono de los bosques deben servir como una manera de generar ingresos para los países en vías de desarrollo. Conocido como REDD+, se pretende incluir este novedoso concepto en un nuevo acuerdo multilateral acerca cambio climático que reemplazaría el Protocolo de Kioto a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y que se supone entraría en vigor en 2020. En la conferencia de la ONU sobre Cambio Climático que se celebró en Varsovia en noviembre de 2013, se llegó a un conjunto de importantes decisiones sobre diferentes maneras de ayudar a los países en vías de desarrollo en reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero que proviene de la deforestación y la degradación de los bosques. En particular, los Estados Unidos, Noruega y el Reino Unido prometieron financiar un programa de REDD+ con un respaldo de US$ 280 millones.[15]

III. LA AGENDA DE UNASUR EN CUANTO A LA ENERGÍA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

En la Cumbre Suramericana de Energía que se celebró en la Isla Margarita, en Venezuela en abril de 2007, se establecieron grupos de trabajos liderados por representantes de los países socios de la UNASUR para así investigar una serie de temas relacionados con el sector energético, incluyendo la creación de una empresa petrolera continental, el aumento de la eficiencia energética y el comercio transfronterizo de productos energéticos, además de incentivar el desarrollo de fuentes de energía no-convencionales y/o renovables. También se estableció un comité de expertos para proveer asistencia a los grupos de trabajo en cuanto a los temas vinculados al sector de energía que tuviesen representantes de los gobiernos y de las empresas petroleras estatales.

Como resultado de las actividades de los grupos de trabajo y el comité de expertos en materia de energía, se celebró la primera reunión del Consejo Energético Suramericano en Caracas en mayo de 2008 y se propusieron los siguientes lineamientos y directrices generales, que permitirán cumplir con los objetivos necesarios para lograr la anhelada integración energética:

1) promover la seguridad del abastecimiento energético de la región (que incluye el desarrollo y utilización óptimo de los recursos e infraestructura ya existentes, además de la construcción de nuevos métodos para transportar y distribuir los recursos energéticos en sus respectivos centros de consumo);

2) promover el intercambio energético que requiere armonizar, entre otras cosas, y sin perjuicio de la legislación propia de cada país, los esquemas legales, regulatorios y fiscales;

3) fortalecer la infraestructura energética regional, incluyendo la construcción de una amplia red de generación, transporte, almacenamiento y distribución de energía;

4) plantear mecanismos de complementariedad entre las empresas estatales nacionales de hidrocarburos y otros tipos de energía con el fin de, entre otras cosas, fortalecer la capacidad empresarial;

5) propiciar el intercambio y transferencia de tecnologías, así como la formación de recursos humanos con el fin de, entre otras cosas, garantizar la eficiencia y eficacia de los sistemas energéticos, así como la creación de una cultura orientada a la conservación de los recursos energéticos, y al uso y promoción del consumo racional de la energía;

6) incentivar el desarrollo energético regional a fin de propiciar un modelo de consumo racional y sostenible que preserve los recursos naturales y el ambiente (reconociendo el estrecho vínculo que existe entre el consumo energético y su impacto en el cambio climático);

7) promover la industrialización (p. ej., la industria petroquímica) y el desarrollo del sector energético y su complementación regional comenzando con la exploración, producción, generación, transmisión, procesamiento, distribución, comercialización y transporte de energías renovables y no renovables;

8) promover la armonización de los aspectos regulatorios y comerciales asociados con la integración energética;

9) incorporar en las planificaciones energéticas nacionales el componente de la integración regional ( a pesar de que se reconoce que la planificación indicativa debería priorizar la formación de corredores energéticos orientados principalmente hacia la cobertura de necesidades internas y luego la exportación regional);

10) promover el uso eficiente de la energía y el intercambio de experiencias en esta materia;

11) impulsar el desarrollo de las energías renovables y alternativas (incluyendo biocombustibles, eólica, solar, nuclear, mareomotriz, geotérmica, hídrica, e hidrógeno) y conjugar esfuerzos para intercambiar experiencias en biocombustibles realizadas en la región, con miras a lograr la máxima eficiencia en el empleo de estas fuentes, de tal forma, que promueva el desarrollo social, tecnológico, agrícola y productivo (siempre y cuando esto se realice en armonía con los aspectos agrícolas, sociales y ambientales);

12) estimular la asociación entre el sector público y el sector privado y realizar los mejores esfuerzos para la creación de una empresa gran-nacional que podría abarcar las áreas de exploración y producción del petróleo, gas y carbón, la refinación, el establecimiento de industrias petroquímicas, el desarrollo de la infraestructura, el transporte, el almacenamiento, la distribución, y la comercialización de la electricidad, energías renovables y alternativas y el aumento del transporte marítimo, de acuerdo a la soberanía y al marco legal vigente en cada país;

13) propiciar el mantenimiento de los acuerdos bilaterales o regionales y subregionales existentes (con el fin de evitar la duplicidad de esfuerzos), así como la negociación de futuros acuerdos;

14) promover una relación equilibrada entre países productores y consumidores de energía en América del Sur; y

15) avanzar en propuestas de convergencia de las políticas energéticas nacionales tomando en cuenta el marco legal vigente en cada país.

En la reunión del Consejo Energético Suramericano de 2008 también se proclamó un Plan de Acción para la Integración Energética Regional.[16] Entre otras cosas, el Plan de Acción propone:

1) preparar un diagnóstico y balance energético actual y su proyección en el mediano y largo plazo, incluyendo la evaluación de la disponibilidad de fuentes de energía y de los patrones de consumo, así como acerca de la situación de la infraestructura energética existente con el fin de unificar, consolidar, sistematizar y analizar la información recopilada;

2) aumentar la base de producción del petróleo y la capacidad de refinación con el fin de asegurar su capacidad de abastecimiento en el corto, mediano y largo plazo; estimular el establecimiento de polos petroquímicos; priorizar y promover el desarrollo de las industrias suramericanas en el suministro de bienes y servicios para el sector de hidrocarburos e implementar mecanismos de intercambio de información acerca la infraestructura petrolífera requerida para sincronizar el suministro con la demanda;

3) desarrollar la capacidad de abastecimiento del gas natural a corto, mediano y largo plazo y la capacidad de la infraestructura gasífera para el transporte del gas natural en cualquiera forma; promover la industrialización y producción de líquidos del gas natural e implementar mecanismos de intercambio de información en, entre otras áreas, la cooperación técnica para asegurar un suministro adecuado de gas natural;

4) promover el mejor uso del carbón, particularmente en las industrias metalúrgicas y siderúrgicas, con el objetivo de dinamizar el desarrollo económico sustentable de este recurso energético; fomentar el desarrollo de nuevas tecnologías que utilicen el carbón para la generación de energía eléctrica de forma sostenible con la preservación del medio ambiente y promover el intercambio de experiencias sobre regulación en toda la cadena de valor del carbón;

5) promover la máxima cobertura geográfica y social posible del servicio eléctrico; incrementar y diversificar tanto las fuentes como los insumos para la generación eléctrica; fortalecer y desarrollar la transmisión, distribución, y el intercambio de energía eléctrica, entre otras cosas, optimizando la utilización de las capacidades de interconexión existentes, sea por la incorporación de nuevas tecnologías o cambios a los procedimientos y aspectos jurídicos;

6) promover el uso de energías renovables y alternativas por, entre otras cosas, el desarrollo de nuevos marcos regulatorios y legales y facilitando la cooperación técnica; conjugar esfuerzos en investigación, desarrollo y tecnologías disponibles en materia de energías alternativas y renovables;

7) promover la cooperación e investigación en el campo de la energía nuclear; estudiar las posibilidades de armonizar los sistemas regulatorios asociados con el uso civil de la energía nuclear;

8) promover la producción, distribución y uso de biocombustibles utilizando el desarrollo de de nuevos marcos regulatorios y legales, además de la investigación, innovación e intercambio de experiencias y transferencia de tecnologías; y,

9) fomentar estándares de consumo de energía en acuerdo con el desarrollo de las naciones y la sustentabilidad ambiental; desarrollar proyectos de uso eficiente de la energía eléctrica tanto en la producción como en la utilización y diseño de equipos, artefactos y consumibles eléctricos; promover la producción y la conservación eficiente de hidrocarburos (incluso minimizando la quema y venteo de gas vinculado con la producción de petróleo y aumentando la eficiencia energética en los procesos productivos de las plantas de refinación); promover mejoras en los sistemas de transporte urbanos e inter-urbanos para así optimizar el uso de los combustibles.

A la conclusión de la segunda reunión del Consejo Energético Suramericano en Quito, en marzo de 2010, se emitió un marco con los principales temas que debieran ser incluidos en un eventual Tratado Energético Suramericano. A pesar de que dicho marco no contiene estipulaciones detalladas, es interesante observar las diferencias en opiniones que surgieron entre los países socios de UNASUR en cuanto a su formulación.[17] Por ejemplo, el gobierno brasileño enfatizó que cualquiera disposición que se formula en cuanto al tratamiento otorgado a las empresas transnacionales o en cuanto a la creación de una empresa suramericana de energía, debiera ser de carácter voluntario. Brasil también aceptó el concepto de un tratamiento especial para los países de menor desarrollo relativo, pero avisó que la propuesta debe ser plenamente desarrollada y detallada de manera multilateral. Por su parte, los gobiernos de Bolivia y Venezuela enfatizaron que el concepto de la seguridad jurídica de los contratos precisa estar limitado por una cláusula que permitiría a los Estados partes renunciar o renegociar sus estipulaciones en caso de que las condiciones que primaron originalmente varíen sustancialmente con lo que fue acordado inicialmente. Además, el gobierno venezolano remarcó que el concepto de la seguridad jurídica no puede debilitar la soberanía reconocida por las Naciones Unidas, que garantiza a cada país explotar y administrar sus recursos naturales en la forma que lo piense más apropiado.

Los jefes de Estado de los países socios de UNASUR se reunieron en Argentina en mayo de 2010, donde aprobaron el Plan de Acción para la Integración Energética Regional y el marco para un Tratado Energético Suramericano. La expectativa de los presidentes suramericanos fue que el texto completo del Tratado Energético Suramericano estaría listo para su firma por parte de todos los países socios por 2011, una meta que aún no se ha concretado gracias a las diferencias de opinión que persisten entre los países socios.[18]

Bajo el paraguas de UNASUR, los Ministros de Relaciones Exteriores y de Energía de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú firmaron la Declaración de Lima, en julio de 2011, que pretende interconectar las redes eléctricas de los cincos países.[19] Como resultado de un encuentro anterior en las Islas Galápagos en abril de 2011, dichos cinco países ya habían establecido un grupo de trabajo con dos representantes de cada gobierno para identificar dónde y cómo se podía mejor interconectar las redes de electricidad de cada país.[20] En la reunión de Islas Galápagos, los cinco gobiernos también establecieron un segundo grupo de trabajo para redactar nuevas regulaciones en forma armonizada que se necesitan para facilitar la venta transfronteriza de energía eléctrica. Como resultado de la VI Cumbre de las Américas en Cartagena, en abril de 2012, este proyecto de interconexión eléctrica andina ahora forma parte de la iniciativa hemisférica “Conectando las Américas 2022”, que busca interconectar las redes de los cinco países andinos con la de Panamá (que ya está interconectado con el istmo centroamericano y Norteamérica). El gobierno norteamericano también considera que esta iniciativa impulsado por Colombia apoya a las metas de la AECA. En abril de 2014, los ministros de energía de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, y Perú anunciaron que se espera tener sus respectivas redes eléctricas interconectados por 2024.

En contraste a las amplias discusiones en cuanto al sector de energía, es poco que se ha discutido el tema del cambio climático dentro de la UNASUR, algo sorprendente, en vista que Suramérica es el continente que menos contribuye a este fenómeno global, pero será entre las más perjudicadas.[21] Lo poco que existe es una referencia al cambio climático en el Plan de Acción para la Integración Energética Regional, en donde se resalta la necesidad de que los gobiernos suramericanos contribuyen al esfuerzo global de mitigar y adaptarse al cambio climático en el ámbito del régimen establecido por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y por el Protocolo de Kioto. En una declaración que se emitió en la tercera reunión del Consejo Energético Suramericano de mayo de 2011, los gobiernos suramericanos reconocen la importancia de los biocombustibles como una manera de mitigar los impactos adversos de las emisiones de gases de efecto invernadero.[22] En 2012 se firmó un Memorando de Entendimiento entre la Secretaria General de UNASUR en Quito y la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL) para facilitar un aumento de investigaciones conjuntas entre las universidades de la región en cuanto al tema de cambio climático.

IV. LA AECA DESDE LA PRIMERA REUNIÓN MINISTERIAL SOBRE ENERGÍA Y CLIMA DE LAS
AMÉRICA

La primera Reunión Ministerial de Energía y Clima de las Américas se celebró en Washington, D.C. entre el 15 y 16 de abril de 2010, con la asistencia de representantes de treinta y dos de los treinta y cinco gobiernos americanos. En dicha reunión, la delegación norteamericana anunció que la AECA se respaldaría en siete pilares conceptuales:

1) Eficiencia energética (promoción de prácticas óptimas de políticas, a través de la
asistencia en el desarrollo de códigos de construcción y otros estándares en los sectores industrial y residencial, así como la capacitación en cuanto a auditorías energéticas);

2) Energía renovable (aceleración del despliegue de energías menos contaminantes por medio del apoyo a proyectos, diálogos acerca de políticas adecuadas, colaboración científica y el establecimiento de una red tecnológica de energía no contaminante);

3) Combustibles fósiles más eficientes y menos contaminantes (promoción de prácticas óptimas sobre gestión del uso de la tierra y tecnologías de energía no contaminantes, que reduzcan la contaminación convencional y la huella de carbono de los combustibles fósiles);

4) Infraestructura energética (promoción de infraestructuras energéticas modernas, integradas y más resistentes, especialmente en torno a redes eléctricas y gasoductos);

5) Insuficiencia energética (abordar la insuficiencia energética urbana y rural, mediante estrategias que promueven el desarrollo urbano sostenible y mejoren el acceso a servicios modernos de energía no contaminantes y tecnologías adecuadas en zonas rurales que sirvan para mejorar la salud pública y reducir el uso excesivo de leña);

6) Uso de la tierra y la silvicultura en forma sostenible (reducción de las emisiones originadas por causa de la deforestación y degradación forestal, y el fomento de la retención de carbono mediante la conservación y gestión sostenible de los bosques);

7) Asistencia para la adaptación (asistir a los países y a las comunidades vulnerables con estrategias para entender y reducir su vulnerabilidad frente a los impactos del cambio climático).

En la Reunión Ministerial de Washington, D.C. de abril del 2010, el Departamento de
Energía norteamericano se comprometió en proveer asistencia técnica, incluyendo el ofrecimiento de seminarios, a efectos de explorar las posibilidades de construir un sistema de cables submarinos para transmitir la electricidad---generada a base de energía renovable---entre los diferentes países caribeños. Ese mismo departamento y el Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID) también firmaron un acuerdo estableciendo un Centro de Innovación Energética, que permitirá a las dos entidades coordinar los recursos destinados a facilitar proyectos y otras actividades regionales. Dicho centro ha de servir como un foco para acceder a una línea de crédito anual del BID, que actualmente suma aproximadamente 1,5 mil millones de dólares estadounidenses destinado a fines energéticos.[23] Finalmente, el Departamento de Energía norteamericano anunció el establecimiento de una asociación de investigación entre el Laboratorio Nacional de Energía en Golden, Colorado, y científicos e ingenieros colombianos, dedicados a identificar, evaluar y promover tecnologías para el uso sostenible de la biomasa en Colombia.

Por su parte, el Departamento de Estado norteamericano presentó en la primera Reunión Ministerial de la AECA los nombres de tres científicos norteamericanos que servirían como expertos para viajar a los diferentes países americanos, para así compartir sus conocimientos, intercambiar experiencias, y consultar con sus pares regionales acerca el desarrollo y la utilización de energías menos contaminantes, como también fomentar una mayor discusión sobre el uso sostenible de la tierra y la adaptación de las sociedades al cambio climático.[24] Otro ministerio del gobierno federal de los EE.UU., el Departamento de Agricultura, está a cargo de coordinar cualquier tipo de asistencia técnica entre el gobierno estadounidense y otros países en el hemisferio, para aumentar la producción y el uso de la biomasa como una fuente de energía en forma sostenible.

Desde la primera Reunión Ministerial de la AECA en Washington, D.C. en abril de 2010, el gobierno de Canadá logró establecer un grupo de trabajo dedicado al petróleo pesado y no convencional, al cual se incorporaron los gobiernos de Brasil, Colombia, los EE.UU., México, y Venezuela. La meta de este grupo de trabajo consiste en facilitar el intercambio de información acerca las mejores prácticas e innovaciones tecnológicas para poder reducir el impacto maligno sobre el ambiente que está asociado actualmente con la extracción y refinamiento de los denominados crudos pesados.

Entre otras iniciativas de la AECA, México está a cargo de un grupo de trabajo, investigando diferentes maneras de promover la eficiencia energética, que incluye a casi todos los países americanos, con el fin de facilitar el intercambio de las mejores prácticas y experiencias en esta área. De esa manera se espera fomentar alianzas a nivel regional que promuevan la eficiencia y la conservación energética. Por su parte, Brasil lidera otra iniciativa para construir viviendas económicas por todo Latinoamérica y el Caribe, donde se utilizan materiales en forma sostenible y que, además, contribuyen a una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Chile ha utilizado el AECA en forma protagónica para enfrentar a varios retos relacionados con el hecho de que dentro del territorio del país los recursos de hidrocarburos son escasos. Chile, por ejemplo, es la sede regional de un Centro de Energía Renovable que recibe asistencia técnica del Departamento de Energía norteamericano y que ofrece un sitio Web denominado “Información Energética Abierta” para facilitar el intercambio de información acerca los diferentes recursos de energía renovable que existen en toda América. Chile también participa, junto con Argentina, Colombia, EE.UU., Perú y Uruguay, en otra iniciativa de la AECA que busca intercambiar información acerca los mejores métodos para explotar las reservas de gas natural provenientes de las rocas de esquisto o shale que no sea dañino para el medio ambiente. Además, como ya se ha indicado, Chile forma parte del proyecto “Conectando las Américas 2022”, que también incluye a Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, y Perú y tiene como meta final la interconexión transfronteriza de las redes eléctricas nacionales de los seis países.

Entre los proyectos fijos que surgen de la AECA, está uno que involucra a la generadora norteamericana Southern Company con una organización no-gubernamental en Colombia que pretende preparar estudiantes secundarios de hogares humildes para futuros trabajos en el sector de energía. El Departamento de Energía norteamericano también está trabajando con el Ministerio de Coordinación de Producción, Empleo y la Competitividad en Colombia, para convertir los desperdicios industriales en valiosos insumos y bienes. Por su parte, la Organización de Estados Americanos (OEA) está a cargo de implementar el Programa de Energía Sostenible para el Caribe, que está financiado principalmente por la Unión Europea y con algunas contribuciones adicionales del Departamento de Energía norteamericano. Dicho proyecto busca ayudar a los países caribeños más pequeños en aumentar la sostenibilidad de sus recursos energéticos y, al mismo tiempo, reducir sus emisiones de carbono dióxido, mediante una mayor utilización de fuentes de energía renovable. La OEA también está implementando otro programa financiado por el Departamento de Energía norteamericano, con el fin de facilitar un diálogo entre los gobiernos caribeños para encontrar soluciones a largo plazo, de modo de desarrollar fuentes de energía sostenibles y proveer la asistencia jurídica y técnica que dichos gobiernos requieren para modernizar su legislación energética. En general, la OEA juega un papel importante en cuanto a la diseminación de información acerca las diferentes iniciativas de la AECA y promueve alianzas entre los sectores privados y públicos con el fin de facilitar la implementación de dichas iniciativas.

El Cuerpo de Paz norteamericano está a cargo de una iniciativa de la AECA para introducir prácticas de mayor eficiencia energética y del uso de tecnologías de energía alternativa---como, por ejemplo, la mayor utilización de paneles solares a pequeña escala, estufas solares para cocinar y la construcción de pequeñas turbinas para la energía eólica---en Costa Rica, Guyana, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, la República Dominicana, y Surinam. En Paraguay, el Cuerpo de Paz está entrenando a un grupo de pequeños agricultores en el uso de una maquina que puede generar electricidad, además de producir un fertilizante orgánico a base de desperdicios agrícolas.

Con la excepción de la ya mencionada línea de crédito de US$ 1,5 mil millones administrado por el Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID) para apoyar a proyectos vinculados al sector de energía y para enfrentar el cambio climático, los fondos que el gobierno norteamericano ha otorgado para apoyar a la AECA son escasos. Además, el gobierno norteamericano ha incluido como proyectos que surgen dentro del paraguas de la AECA iniciativas que en realidad fueron desarrolladas y son financiadas por el BID o la OEA. En otras instancias, la AECA toma como suyos, programas que comenzaron años antes de su lanzamiento oficial en 2010.[25] La triste realidad es que, hasta la fecha, el gobierno norteamericano ha aprobado solamente unos US$ 150 millones en fondos particulares para apoyar a las diferentes iniciativas de la AECA.

V. LAS POSIBILIDADES DE INCORPORAR LA AGENDA DE UNASUR EN CUANTO A LA ENERGÍA Y
EL CAMBIO CLIMÁTICO A UN PROYECTO HEMISFÉRICO COMO LA AECA

Desafortunadamente, existe una percepción de que la agenda de UNASUR en cuanto al sector de energía en particular es antagónica a las metas que la administración Obama pretende lograr a nivel hemisférico con la AECA. Los que sostienen esta opinión destacan el hecho que Venezuela y sus aliados de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América o ALBA son gobiernos que normalmente favorecen una participación preponderante del Estado en todo el sector de hidrocarburos y son socios claves de UNASUR. Además, el gobierno venezolano ha liderado el Consejo Energético Suramericano desde su primera reunión en Caracas, en mayo de 2008, implicando su dominio sobre la agenda energética de UNASUR. Durante la última década, “el enfoque cada vez más antinorteamericano de las iniciativas venezolanas y las continuas críticas estadounidenses al programa del gobierno venezolano, ha engendrado suficiente fricción en los foros inter-americanos para obstaculizar cualquiera agenda hemisférica colegial.”[26] Sin querer menospreciar estas diferencias, es importante enfatizar que el UNASUR nació como una iniciativa brasileña para proyectarse como un líder regional a nivel internacional. Por lo general, el gobierno brasileño no es contrario a las metas norteamericanas actuales hacia el hemisferio occidental, siempre que éstas no vulneran la soberanía de Brasil o de alguna manera impiden el desarrollo económico del país. La verdad es que la mayoría de los países socios de UNASUR suelen ser socios confiables del gobierno norteamericano, con el cual comparten importantes valores políticos y económicos, con una marcada preferencia para la democracia representativa y las políticas económicas de mercado. Además, hay temas donde ya existe un fuerte consenso de opinión entre todos los países de América en cuanto al uso sostenible de los recursos energéticos y la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Si esto no fuese poco, el nacionalismo energético que predominó en algunos países de América a comienzos del siglo 21 está llegando a su fin cíclico con la muerte en marzo de 2013 de Hugo Chávez Frías, y los resultados cada vez más decepcionantes en cuanto al rendimiento productivo de las reservas de hidrocarburos en esos países que aún ejercen este tipo de política.[27]

En muchos aspectos, la agenda de UNASUR en cuanto a los temas energéticos es mucho más ambiciosa que la AECA. En particular, UNASUR desea integrar toda la cadena productiva energética a nivel continental, además de establecer una relación equitativa entre los países productores y los países consumidores. Al mismo tiempo, UNASUR propone armonizar los marcos jurídicos y regulatorios de todos los países socios en cuanto a sus respectivos sectores energéticos y pretende establecer una política energética suramericana. La propuesta de UNASUR de preparar un diagnóstico y balance energético actual y de proyectar que será dicho balance en el mediano y largo plazo, sería un importante aporte para la toma de decisiones por parte del sector privado y público, si es que se logra establecer una base de datos sistematizado y confiable.

También existen iniciativas en UNASUR que es difícil imaginar que los EE.UU. o Canadá aceptarían, como, por ejemplo la creación de una empresa estatal a nivel continental que podría abarcar, entre otras cosas, las áreas de exploración y producción de petróleo, gas y carbón además de la refinación, transporte, almacenamiento, distribución y comercialización de los hidrocarburos. Esta propuesta tampoco entusiasma a todos los gobiernos suramericanos y es una de las explicaciones de por qué aún no se ha logrado concluir las negociaciones para formular un Tratado Energético Suramericano. También es poco factible que los EE.UU. aceptaran una política industrial que promueve, entre otras cosas, el establecimiento de nuevas empresas petroquímicas suramericanas que competirían directamente con empresas norteamericanas ya establecidas en el mismo rubro.

Es interesante notar que UNASUR incluya propuestas con respecto a la energía nuclear, un tema que ni siquiera se ha tocado en la AECA. Al mismo tiempo, la AECA propone varias iniciativas vinculadas al desarrollo económico como, por ejemplo, un mejor acceso a los servicios y tecnologías de energía limpia para los residentes de áreas rurales con el fin de mejorar la salud pública y reducir el uso de la leña como un combustible (y de esa manera también lograr una mejor utilización de los recursos forestales en forma sostenible).

Por lo general, los objetivos que UNASUR y la AECA intentan lograr en el sector de energía y en cuanto al cambio climático son más compatibles que antagónicas. Por ejemplo, tanto UNASUR como la AECA enfatizan la necesidad de promover la eficiencia en cuanto a la producción y el consumo de los recursos energéticos, además de lograr una mejora notable en la construcción de redes de infraestructura vinculadas al sector de energía. UNASUR y la AECA también desean realizar un mayor uso de los recursos de energía renovable por vías de una mayor transferencia de tecnología y el fomento del intercambio de mejoras prácticas y una mayor colaboración científica. Tanto UNASUR y la AECA buscan promover el uso de combustibles fósiles menos contaminantes y comparten la meta de asegurar una máxima cobertura geográfica y social del servicio eléctrico. UNASUR y la AECA también son parecidos en cuanto a no ofrecer muchos detalles en cómo pretenden financiar sus ambiciosas proyectos, aunque los dos reconocen que esto será una tarea que requiere el aporte económico del sector privado.

Aunque UNASUR y la AECA reconocen el importante vínculo entre el uso de diferentes fuentes de energía y su contribución al cambio climático, la AECA es más explicito en resaltar la necesidad de reducir las emisiones carboníferas que surgen de la deforestación y la degradación forestal, además de la importancia de fomentar la retención del carbono mediante la conservación y gestión sostenible de los bosques. La AECA también enfatiza la importancia de asistir a los países y a las comunidades más vulnerables con estrategias para entender y reducir su vulnerabilidad frente a los impactos del cambio climático. En ese sentido, la AECA ofrece un aporte importante al tema de cambio climático del cual carece UNASUR.

En vista de todas las similitudes y las oportunidades de complementación que existen entre UNASUR y la AECA, además del hecho que las dos entidades no gozan de suficientes fondos para implementar todo lo que pretenden hacer, la solución más conveniente sería fusionar la agenda energética y lo poco que existe sobre cambio climático a nivel UNASUR bajo el paraguas de la AECA. De alguna forma esto ya sucedió con la iniciativa que inicialmente comenzó dentro de UNASUR para interconectar las redes eléctricas de todos los países andinos y que ahora incluye a Panamá y forma parte de la agenda de la AECA, gracias a la iniciativa “Conectando las Américas 2022”. No obstante, para que este tipo de fusión sea fructífera, será necesario poner fin a las prácticas intervencionistas de algunos gobiernos como, por ejemplo, subsidiar el precio de los combustibles (y, así, facilitando todo tipo de ineficiencias) y en eliminar las restricciones a la participación del capital privado en el sector de hidrocarburos. Considerando lo difícil que va ser lograr este tipo de consenso a nivel hemisférico en el futuro cercano, tal vez la opción más práctica y realista sea que la agenda energética y de cambio climático de UNASUR y la AECA coexistan (a pesar del doble trabajo innecesario que esto puede implicar), hasta que algún día se puede lograr una convergencia en una sola iniciativa hemisférica.

Cualquier intento de incorporar la agenda de UNASUR en cuanto a los temas energéticos y de cambio climático a la AECA también va requerir que el gobierno norteamericano tenga mucha paciencia y utiliza toda su astucia diplomática, algo que históricamente no ha caracterizado la política norteamericana hacia Latinoamérica y el Caribe. Por lo menos, la administración de Obama ha reconocido la necesidad de tratar a los otros países del hemisferio como socios y no como subordinados, si desea mantener buenas relaciones con sus vecinos y así obtener una mayor cooperación para lograr las metas de su política externa a nivel regional y global. Esta nueva actitud se ve en el cambio del lenguaje de la AECA de una “Alianza de Energía y Clima para las Américas” (como fue inicialmente propuesta por el entonces senador Obama en Miami en mayo de 2008) a la “Alianza de Energía y Clima de las Américas (como los representantes norteamericanos finalmente lo propusieron en la V Cumbre de las Américas en Trinidad). Este cambio refleja, de una forma muy sutil, el reconocimiento por parte de los EE.UU. que ya no está en condiciones para dictar una agenda para todo el hemisferio. La realidad hoy es que el gobierno norteamericano se encuentra obligado a desarrollar iniciativas con socios igualitarios, si desea evitar un rechazo inmediato a cualquiera propuesta vista como sirviendo solamente los intereses de los EE.UU.. Es por esta razón que la administración Obama siempre ha insistido que la AECA es “voluntario y flexible”, de esa manera permitiendo a los gobiernos, las organizaciones inter-americanas, la industria privada y la sociedad civil liderar o participar en iniciativas que reflejan sus prioridades. Los gobiernos pueden trabajar en forma conjunta o por su propia cuenta en liderar iniciativas, financiar actividades y/o fomentar ambientes propicios para incentivar el desarrollo de un bajo uso de fuentes carboníferos. Los países tienen plena libertad para identificar rubros donde pueden mejor contribuir, pedir asistencia o donde pueden colaborar con otros gobiernos. Este esfuerzo de bajar el perfil de liderazgo por parte del gobierno norteamericano en la AECA es algo que ya ha dado resultados positivos, en vista de que la delegación venezolana, con el Ministro de Energía y presidente de PdVSA, Rafael Ramirez, a la cabeza, participó plenamente en la primera reunión ministerial de la AECA que se celebró en Washington, D.C. en diciembre de 2010.

VI. CONCLUSIÓN

El impacto mínimo que han tenido las iniciativas de la AECA hasta la fecha es otro ejemplo de la disminución en influencia que los EE.UU. actualmente gozan para dirigir la agenda hemisférica. En contraste a los años 90, cuando un presidente norteamericano podía anunciar un proyecto para establecer una área de libre comercio que incluiría a toda América y podía contar con el apoyo de todos los jefes de estado americanos (con la excepción de Cuba), hoy en día el gobierno norteamericano se encuentra con la necesidad de proponer alianzas que muchas veces es incapaz de liderar o financiar adecuadamente por razones de un ambiente político interno polarizado. Esta nueva realidad abre una serie de oportunidades para los países suramericanos, que hoy se encuentran con mayor libertad de desarrollar nuevas políticas que mejor satisfacen las necesidades de sus ciudadanos. Este cambio en la realidad hemisférica es evidente con la creación de UNASUR, que pretende desarrollar una agenda amplia de diferentes iniciativas, sin tener que rendirle cuentas al poder hegemónico tradicional.

A pesar de que los objetivos tanto de UNASUR y la AECA son muy parecidos (incluyendo una tendencia de omitir detalles en cuanto al financiamiento para lograr sus respectivas metas e iniciativas), una fusión de los programas energéticos de UNASUR con los de la AECA a nivel hemisférico no es algo que sea, por el momento, políticamente factible. Por esa razón, la opción más práctica es que las dos entidades sigan desarrollando sus proyectos independientemente, pero que mantengan un diálogo abierto y transparente para poder intercambiar experiencias y de esa manera evitar la duplicación de esfuerzos y un gasto innecesario de escasos recursos. Para que la AECA tenga éxito y para que algún día asuma un papel protagónico en promover la seguridad energética y enfrentar adecuadamente el cambio climático a nivel hemisférico, será necesario que los EE.UU. financien el proyecto adecuadamente. La AECA también tendrá que incluir un programa ambicioso de compraventa de permisos negociables de emisión de carbono con el cual los grandes emisores de gases de efecto invernadero en Norteamérica pueden obtener créditos de carbono por sus inversiones en Latinoamérica y el Caribe en proyectos de energía renovable y su participación en otras iniciativas para preservar los bosques tropicales. El vencimiento inminente del Protocolo de Kioto y su problemático y a veces poco transparente Mecanismo de Desarrollo Limpio ofrece un incentivo para establecer un programa hemisférico parecido, sea en forma interina o permanente (lo último en caso que no se logra un acuerdo multilateral). Pero para que esto se convierta en una realidad exitosa, también será necesario tener legislación sobre cambio climático a nivel federal en los EE.UU. y una plena participación en un sistema hemisférico de límite y compraventa de permisos negociables de emisión de gases de efecto invernadero por parte de Brasil y Canadá.

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NOTAS

(1) En vista de que la Comunidad de Naciones Suramericanas no gozaba de ningún reconocimiento jurídico bajo el derecho internacional, los doce países de América del Sur firmaron el Tratado para establecer UNASUR el día 23 de mayo de 2008 en Brasilia. El Tratado entró en vigencia el 11 de marzo de 2011. Se puede acceder a más información acerca UNASUR y sus metas e iniciativas en el sitio web de la Secretaría General de UNASUR (donde también se encontrará el texto completo del tratado que establece UNASUR) en: http://www.unasursg.org

(2) Véase, p. ej.,TRINKUNUS, H., “Reordering Regional Security in Latin America”, Journal of International Affairs, Vol. 66.2 (2013), p. 83. “El ascenso de Brasil como un poder económico global y la expansión de la prosperidad en toda la región [sudamericana] ha creado una oportunidad para que Brasil organiza nuevas instituciones políticas como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que excluye a los EE.UU. y, de esa manera, facilita establecer una agenda de seguridad consensual.” Este ordenamiento regional emergente está diseñado por Brasil para facilitar su liderazgo en Sudamérica y le otorga la libertad de incluir o excluir a los EE.UU. en cuanto al manejo de una crisis regional.

(3) Por un análisis detallado de la ALCA y las explicaciones porque la iniciativa nunca prosperó, , véase el capítulo 10 “Rise and Fall of the Free Trade Area of the Americas” en O’KEEFE, T.A., Latin American and Caribbean Trade Agreements: Keys to a Prosperous Community of the Americas, Martinus Nijhoff Publishers (Brill), Leiden, 2009, ps. 409-432.

(4) Se puede encontrar más información sobre IIRSA y su portfolio de proyectos de infraestructura en: http://www.iirsa.org Con respecto al sector energético, los presidentes suramericanos reunidos en Brasilia cuando se lanzó la IIRSA en 2000 enfatizaron: “la integración y complemento de los recursos del continente suramericano – en las áreas de carburantes líquidos y gaseosos, en materia de integración e intercambio de combustibles, como, por ejemplo, gas natural, y de interconexión eléctrica y empresas en energía eléctrica – constituyen un eje de aproximación entre los países de la región, que debe ampliarse y mejorarse paralelamente a la preservación del medio ambiente y a la eliminación de barreras injustificables derivadas de restricciones y reglamentos en este sector.” Véase Inciso 42 del Comunicado de Brasilia, 1 de setiembre de 2000. Se puede acceder al texto completo del Comunicado de Brasilia en: http://www.iirsa.org/admin_iirsa_web/Uploads/Documents/comunicado_brasilia_esp.pdf

(5) Aunque se celebró la primera Cumbre de Energía en 2007, es importante resaltar que todos los Ministros de Energía de Suramérica ya se habían reunidos en Caracas en septiembre de 2005, donde subscribieron a una lista de propuestas que sirvieron como la inspiración para la Declaración Suramericana de Integración Energética, emitida por los presidentes del continente reunidos en Cochabamba en diciembre de 2006. Dicha Declaración fue la primera en su género en el ámbito suramericano e identificó los principios para guiar el proceso de convergencia político y normativo a nivel de la integración energética de la región. Estos incluyen los principios de: 1) cooperación y complementación; 2) derecho soberano a la utilización de los recursos naturales y en la administración de tasas de explotación; 3) respeto a la regulación de cada país y a los modos de propiedad que utiliza cada Estado para el desarrollo de sus recursos energéticos; 4) solidaridad y reciprocidad; 5) el propósito de eliminar las asimetrías entre los Estados; 6) respeto a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos; 7) integridad territorial; y, 8) un marco jurídico común de integración energética. Véase Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), UNASUR: Un Espacio Que Consolida la Integración Energética, OLADE & UNASUR, Quito, junio de 2012, p. 12. Se puede encontrar una copia de este informe en: http://www.unasursg.org/inicio/centro-de-noticias/publicaciones

(6) The White House, “Comunicado de Prensa: The United States and the 2009 Summit of the Americas: Securing Our Citizens’ Futures”, Port of Spain, Trinidad, Oficina del Secretario de Prensa, 19 de abril de 2009. Se puede acceder a dicho comunicado en: http://www.whitehouse.gov/the-press-office/united-states-and-2009-summit-americas-securing-our-citizens-future

(7) British Petroleum, “BP Statistical Review of World Energy”, British Petroleum, PLC, London, junio de 2014, p. 6. Se puede acceder al informe completo en inglés en: http://bp.com/statisticalreview

(8) British Petroleum, “BP Statistical Review…”, cit., ps 8-9. Se puede acceder al informe completo en inglés en: http://bp.com/statisticalreview Aproximadamente un 9 por ciento de todo el petróleo que se exporta globalmente proviene de Latinoamérica. Ibid. p. 19.

(9) Barerra-Hernandez, Lila “South American Energy Network Integration: Mission Possible?”, en Roggenkamp, M.M. et al. (eds.), Energy Networks and the Law: Innovative Solutions in Changing Markets, Oxford University Press, Oxford, 2012, p. 61. La proporción entre las reservas de gas natural y su producción sobrepasa los 130 años en Bolivia, Ecuador, Perú, y Venezuela.

(10) United States Energy Information Agency, Brazil Country Analysis Brief, 1 de octubre de 2013. Se puede acceder al informe completo en: http://www.eia.gov/countries/analysisbriefs/brazil/brazil.pdf Como punto de comparación, la energía renovable (incluyendo los recursos hídricos, eólicos, geotérmicas, solar, y la biomasa) generó solamente un 12 por ciento de la electricidad producida en los EE.UU. en 2012, mientras que representó un 9 por ciento del total del consumo energético. Una de las explicaciones por el gran uso de los recursos energéticos renovables en Brasil es que casi toda la flota de automóviles en el país hoy en día están capacitados para usar el etanol como su principal combustible.

(11) Véase Levy, A., Marine Energy in Chile, Banco Inter-Americano de Desarrollo, Washington, D.C., diciembre 2012, p. 1. Se puede acceder el documento completo en: http://idbdocs.iadb.org/wsdocs/getdocument.aspx?docnum=37328144

(12) Es interesante notar que el boom de gas natural proveniente del esquisto en los EE.UU. (junto con mejoras en la eficiencia de los vehículos de transporte en cuanto al rendimiento del combustible utilizado) ha contribuido en una caída notable en las emisiones de gases de efecto invernadero en dicho país en vista de la preferencia por parte de las generadoras de electricidad de utilizar más el gas natural en vez de carbón. Según la Agencia Internacional de Energía, las emisiones norteamericanas de carbón atribuibles a usos energéticos disminuyó unos 450 millones de toneladas durante los últimos cinco años, la mayor caída registrada entre todos los países encuestados. Chazan, G., “Shale Gas Boom Leads to Sharp Drop in U.S. Carbon Emissions”, Financial Times, 24/5/2012, p. 1.

(13) Wolf, M., “Prepare for the Golden Age of Gas”, Financial Times, 22/2/ 2012, p. 9.

(14) Centre for International Governance Innovation, Blueprint for a Sustainable Energy Partnership for the Americas, CIGI, Waterloo, Ontario, 2009, p. 9.

(15) Véase Organización de las Naciones Unidas (ONU), “Nota de Prensa de la Secretaría de Cambio Climático de las Naciones Unidas”, 23/11/2013. Se puede acceder a dicho documento en: http://unfccc.int Las siete decisiones que se aprobaron en Varsovia incluyen: 1) financiamiento de proyectos bajo REDD+; 2) coordinación de las finanzas; 3) modalidades para los sistemas nacionales de vigilancia de los bosques; 4) la frecuencia para presentar los resúmenes de la información sobre las salvaguardias; 5) directrices y procedimientos para la evaluación técnica acerca niveles de referencia de emisión forestal; 6) modalidades para medir, reportar y verificar las emisiones relacionadas con los bosques; y, 7) abordar las causas de la deforestación y la degradación forestal. Véase Organización de las Naciones Unidas, United Nations Framework Convention on Climate Change, Decision 9/CP 19: Work programme on result-based finance to progress in the full implementation of activities referred to in decision 1/CP.16, paragraph 70 (22/11/2013) que se puede acceder en: http://www.unfccc.int/resource/docs/2013/cop19/eng/10a01.pdf

(16) El texto completo del Plan de Acción para la Integración Energética Regional se puede encontrar en Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), UNASUR: Un Espacio…, cit. , ps. 21-30.

(17) El texto completo del marco para un Tratado Energético Suramericano (incluyendo las notas a pie con las opiniones y observaciones de los gobiernos) se encuentra en Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), UNASUR: Un Espacio…, cit., ps. 31-34

(18) En vista del atraso en finalizar el texto del Tratado Energético, los Ministros de Relaciones Exteriores de los países de UNASUR se reunieron en Bogotá en junio de 2012, y aprobaron la formación de un grupo ad hoc sobre materias jurídicas y políticas para proveer asistencia en cuanto a la redacción del Tratado Energético Suramericano. Este grupo ad hoc funcione bajo la jurisdicción del Consejo Suramericano de Energía.

(19) Bajo esta Declaración, Colombia fue autorizado en seguir avanzando en los trámites antes el Banco Inter-Americano de Desarrollo para conseguir los recursos necesarios para asegurar la integración eléctrica andina. Se puede acceder al texto completo de la Declaración de Lima sobre la Integración Eléctrica Andina del 22 de julio de 2011 en: http://www.minminas.gov.co/minminas/downloads/archivosEventos/7606.pdf

(20) Véase Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), “Declaración de Galápagos: Interconexión e Integración Eléctrica de la Región Andina”, 2 de abril de 2011. Se puede acceder al texto completo de la Declaración de Galápagos en:
http://www.unasursg.org/inicio/documentos/consejos/consejo-energetico-suramericanos/declaraciones

(21) Un informe de la CEPAL preparado para la Conferencia sobre Cambio Climático (COP 15), que se celebró en Copenhague, Dinamarca, en diciembre de 2009, resaltó que si bien la región de América Latina y el Caribe poco contribuye a generar las externalidades globales resultantes de las emisiones de gases de efecto invernadero, sufre sus consecuencias de manera desproporcionada, por estar localizada dentro de la franja de huracanes y tener numerosos Estados insulares y zonas costeras bajas, además de depender de los deshielos andinos para el suministro de agua a los sectores urbano y agrícola, y estar expuesta a inundaciones e incendios forestales, entre otras particularidades. Véase Organización de las Naciones Unidas (ONU), Cambio Climático y Desarrollo en América Latina y el Caribe: Reseña 2009, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Santiago, noviembre de 2009, p. 12. Se puede acceder al informe completo en:
http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/7/38147/03_cambio_climatico_resena.pdf

(22) Se puede acceder al texto completo de la Declaración de las Autoridades Energéticas en Materias de Energía del 13 de mayo de 2011 en: http://www.unasursg.org/inicio/documentos/consejos/consejo-energetico-suramericano/declaraciones

(23) El BID originalmente esperaba aumentar esta línea de crédito a unos 3 mil millones de dólares estadounidenses por 2012, pero esto todavía no ha sucedido. Es irónico notar que la mayor parte del dinero para esta línea de crédito proviene de países fuera del hemisferio como Japón, Corea del Sur y España.

(24) El Departamento de Estado norteamericano financia este programa que se conoce en inglés como “ECPA Senior Fellows Program” y es administrada por una organización no-gubernamental, Partners of the Americas. Desde su comienzo en 2010, el programa se ha expandido para incluir a 23 expertos que vienen del mundo académico, organizaciones sin fines de lucro, y el sector privado, y ha financiado dos pequeños proyectos de innovación que fomentan el desarrollo sostenible. Actualmente el programa incluye a nueve expertos.

(25) Por ejemplo, la Agencia para el Desarrollo Internacional de los EE.UU. o USAID, apoya a un programa en Centroamérica para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que surgen de las generadoras de energía, la industria y las zonas urbanas a base de una línea de crédito de US$ 10 millones que proviene de un fondo denominado el Development Credit Authority (DCA). Este dinero se presta a las pequeñas y medianas empresas para que invierten en tecnologías de producción que mejor protegen al medio ambiente y reducen los desperdicios industriales y municipales a favor del reciclaje. Además, este dinero es destinado para proyectos pilotos con el fin de recuperar el gas de metano que surge de los vertederos. Dentro de los próximos cinco años, USAID y sus socios locales esperan utilizar hasta US$ 65 millones en fondos del gobierno norteamericano y otras fuentes que provienen del sector privado y organizaciones no-gubernamentales para financiar la Iniciativa para Preservar la Amazonia de los Países Andinos o ICAA, con el fin de mitigar las emisiones de dióxido de carbono. USAID también está apoyando a pequeños proyectos en Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, y el Perú que enfocan en cambiar prácticas actuales vinculadas al uso de la tierra con otras que permiten reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

(26) Trinkunus, H., “Reordering Regional Security…, cit., p 91.

(27) La producción petrolera de la Argentina ha disminuido de 900 mil barriles por día en 2003 a 656 mil barriles por día en 2012. En Ecuador, la producción de petróleo llegó a un punto máximo de 538 mil barriles por día en 2006 y en 2013 fue solo 527 mil barriles al día. Mientras tanto, en México la producción ha caído bruscamente de unos 3,8 millones de barriles por día en 2004 a 2,9 millones de barriles por día en 2013. En cuanto a la producción de gas natural, la República Argentina ha visto una caída de 46.1 mil millones de metros cúbicos en 2006 a solamente 35.5 millones de metros cúbicos en 2012. Solo en Bolivia (que ya pasó de ser un productor significante de petróleo) se ha visto un aumento en la producción del gas natural en estos últimos años. Véase British Petroleum, BP Statistical Review…, cit., ps. 8 & 22.

12/14/15. 07:15:00 pm. Categories: Introducción ,

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